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Relaja y ejercita la paciencia.
Te conecta contigo misma. Las cosas que vas haciendo, sus formas y los colores que eliges son reflejo de tu personalidad. Tejer te conecta con lo lúdico y estimula mucho la imaginación. Empieza copiando cosas que viste y te gustaron, pero agregándoles tu toque personal
Ayuda a concentrarte. Estamos seguras de que si pudiéramos aplicar la concentración a la que te lleva el crochet en otras áreas de nuestra vida, las cosas serían mucho más fáciles y livianas. La mayoría de las veces, hacemos cinco cosas a la vez, y eso hace imposible concentrarse en serio, empezar algo y terminarlo. Con el crochet, eso no pasa. Te fuerza a concentrarte, y lo logras fácil porque te dejas llevar en los movimientos continuados. Además, como seguimos siendo ansiosas: ¡queremos ver la labor terminada lo antes posible!
Es práctico y útil. Puedes tejer en cualquier lado. El crochet va con vos y no ocupa espacio. Apenas una bolsita con la aguja y el hilo. Y lo puedes sacar donde estés, en los viajes al trabajo, en la playa, en las salas de espera, etc. Lo mejor es que no es sólo un pasatiempo: como cualquier trabajo artesanal, requiere dedicación, y los resultados son siempre beneficiosos: lo que tejiste lo vas a usar, regalar o hasta lo puedes vender.
Te enriquece.
No hay nada más gratificante que ver algo terminado, y mucho más si eso lo haz empezado y lo terminado tu misma. El día que la manta que haz tejido se extiende en el suelo terminada es un día de plenitud, ¡misión cumplida
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